I Fabbri Chianti Gran Selezione 2018

Casole pertenece a la familia Grassi desde 1600. Los Grassi eran enólogos, pero también herreros: poseían un taller que estaba situado en el antiguo pueblo de Casole, expuesto a pequeñas granjas que estuvieron flanqueadas durante muchos años por la agricultura. Aquí se origina el nombre de este lugar y empresa.

Olinto, el bisabuelo de Susanna, dedicó su vida a esta resistencia, era un hombre moderno, con visión de futuro. Durante los años 20 comenzó a vender vino embotellado, cosa que en el pasado no era común. Después de Olinto, Roberto heredó todas las tierras. Roberto era director de un banco, amaba tanto este lugar que lo cuidaba como si fuera su hijo. Pero optó por vender las uvas, en lugar del vino: seguramente una decisión rentable que hizo inútil todo el esfuerzo de su padre. A lo largo de los años 60, Giuliano, el padre de Susanna, recibió todas las tierras. Giuliano era un ingeniero inteligente y brillante, con una carrera prometedora en el campo de la energía: decidió dejar el país en el extranjero, donde vivía, para volver a casa y cuidar la hacienda, pero las dificultades de esos años le hicieron dar la propiedad en gestión.

Después de algunos años de abandono del territorio, en el año 2000 Susanna y Maddalena Grassi fundan I Fabbri. El regreso a la antigua propiedad, vacía pero siempre tan hermosa, despertó en Susanna la voluntad de recuperar todos esos valores y todo ese amor por la tierra que siempre estuvo acompañada de su familia. Con el sueño de producir vinos típicos y de calidad, embotellados con su propia marca, así I Fabbri reencontró una nueva gestión “rosa”.

Por muchos aspectos, la viticultura sigue siendo principalmente masculina, las mujeres que son enólogas, en Toscana y en el mundo, han demostrado tener una conciencia particular, una intuición naïf, una orientación a la elegancia y la amabilidad.